Comparto un excelente post de Aurora Kochi acerca de un tema que hoy nos preocupa a todos: adolescencia y violencia. Reflexión que frente a esta temática nos invita fundamentalmente a repensar el rol de los adultos.
"La adolescencia es un pasaje natural de la infancia a la edad adulta que puede resultar difícil pero no por ello gravemente problemático. Si así fuere deberíamos interrogarnos acerca del entorno del joven, para poder pensar el origen de las dificultades tan intensas.
Quizás no encuentra la seguridad que necesita en esta etapa, tan diferente a la que necesitaba cuando niño, y no puede contar con los adultos que lo rodean.La necesidad de descubrir el mundo a través de su experiencia personal y no por los dichos de los mayores hace que muchas veces se exponga a experiencias, a veces arriesgadas. Necesita de la vivencia propia, saber qué se siente y cómo se siente. Atraviesa una etapa de cuestionamientos, donde caen los valores de los padres-madres transmitidos en la infancia y aparece una búsqueda de la identidad y de la ruptura del mundo infantil. De allí que muchas veces parece desafiante y provocador, pero necesita experimentar y así conocer el mundo y sus límites.Se manifiestan las diferencias generacionales. A los padres-madres los irrita la confrontación cotidiana y se les hace difícil, cuando no insoportable, tolerar los cuestionamientos. Son situaciones que favorecen el desentendimiento y el distanciamiento de los jóvenes en relación a los adultos que lo rodean, ya que éstos, muchas veces mantienen una posición intransigente y rígida que malogra el acercamiento y la comunicación.El adolescente se siente desalojado, con la sensación de tener que explorar el mundo solo sin el cobijo de los padres-madres, y es allí cuando los riesgos a los que se expone, resultan mayores. Por tal motivo suele integrarse en las bandas o tribus urbanas donde siente que encuentra un marco de seguridad y contención, entre otros de igual problemática.Los adultos que no comparten ese lenguaje, desconocedor de los códigos de los jóvenes, son sentenciosos en su discurso, sin sospechar que bajo los cuestionamientos y las provocaciones del adolescente, hay un sufrimiento marcado por la angustia, la inseguridad y la desorientación.El adolescente siempre perturba y es el adulto quien debiera poder sostener y escucharlo, sin invadir su intimidad, respetando su subjetividad y construyendo conjuntamente las normas que debe respetar y que el adolescente se responsabilice por ellas. Crear un marco adecuado y posible de contención y diálogo."
Quizás no encuentra la seguridad que necesita en esta etapa, tan diferente a la que necesitaba cuando niño, y no puede contar con los adultos que lo rodean.La necesidad de descubrir el mundo a través de su experiencia personal y no por los dichos de los mayores hace que muchas veces se exponga a experiencias, a veces arriesgadas. Necesita de la vivencia propia, saber qué se siente y cómo se siente. Atraviesa una etapa de cuestionamientos, donde caen los valores de los padres-madres transmitidos en la infancia y aparece una búsqueda de la identidad y de la ruptura del mundo infantil. De allí que muchas veces parece desafiante y provocador, pero necesita experimentar y así conocer el mundo y sus límites.Se manifiestan las diferencias generacionales. A los padres-madres los irrita la confrontación cotidiana y se les hace difícil, cuando no insoportable, tolerar los cuestionamientos. Son situaciones que favorecen el desentendimiento y el distanciamiento de los jóvenes en relación a los adultos que lo rodean, ya que éstos, muchas veces mantienen una posición intransigente y rígida que malogra el acercamiento y la comunicación.El adolescente se siente desalojado, con la sensación de tener que explorar el mundo solo sin el cobijo de los padres-madres, y es allí cuando los riesgos a los que se expone, resultan mayores. Por tal motivo suele integrarse en las bandas o tribus urbanas donde siente que encuentra un marco de seguridad y contención, entre otros de igual problemática.Los adultos que no comparten ese lenguaje, desconocedor de los códigos de los jóvenes, son sentenciosos en su discurso, sin sospechar que bajo los cuestionamientos y las provocaciones del adolescente, hay un sufrimiento marcado por la angustia, la inseguridad y la desorientación.El adolescente siempre perturba y es el adulto quien debiera poder sostener y escucharlo, sin invadir su intimidad, respetando su subjetividad y construyendo conjuntamente las normas que debe respetar y que el adolescente se responsabilice por ellas. Crear un marco adecuado y posible de contención y diálogo."
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